La intolerancia a la lactosa es una patología de malabsorción intestinal que se desencadena por la falta de enzima lactasa.
De este modo, la lactosa pasa al intestino grueso, donde será descompuesta por las baterías presentes en el mismo, generando sustancias de desecho H2, CO2, CH4 y ácidos grasos de cadena corta provocando la sintomatología correspondiente: Dolores, hinchazón abdominal, diarrea, etc.
1- La lactosa, también conocido como el azúcar de la leche, es un disacárido compuesto por glucosa y galactosa.
2- La lactasa es una enzima presente en el intestino delgado cuya función es el desdoblamiento de la lactosa en glucosa y galactosa, siendo este proceso fundamental para su absorción por nuestro organismo al poder absorber únicamente azúcares simples.
Los síntomas se presentan frecuentemente después de la ingestión de productos lácteos:
– Náuseas
– Dolor abdominal
– Espasmos
– Hinchazón y distensión abdominal
– Gases abdominales y flatulencias
– Diarreas ácidas
– Heces pastosa y flotantes
– Defecación explosiva
– Vómitos
Al existir una alteración de las mucosas intestinales también pueden producirse una serie de síntomas inespecíficos en cualquier parte del cuerpo:
– Abatimiento
– Cansancio
– Dolores extremidades
– Problemas cutáneos
– Alteraciones de la concentración
– Nerviosismo
– Trastornos del sueño
Se produce una pérdida progresiva de la producción de la lactasa, y por tanto una pérdida gradual de la capacidad de digerir la lactosa.
Suele darse a lo largo de la vida en ciertos grupos étnicos y tiene una causa genética. La personas con intolerancia a la lactosa van notando como la ingesta de leche les causa cada vez más síntomas. Más del 70% de la población mundial padece de esta intolerancia.
Cuando es de carácter primario/genético no existe curación posible porque el individuo no recupera el enzima y los síntomas sólo se alivian con la suspensión de los productos lácteos en la dieta. La intolerancia a la lactosa no es peligrosa y es muy común en los adultos, quienes en su mayoría al llegar a los 20 años de edad muestran algún grado de intolerancia.
La disminución de la producción de la lactasa es secundaria, ya que esta provocada por un daño intestinal temporal que tiene otra causa. Una vez la persona está curada y cuando la mucosa intestinal se ha regenerado, desaparece la intolerancia a la lactosa.
Posibles Causas:
· Tras la lactancia la cantidad de lactasa producida se reduce si el niño no está continuamente expuesto a la lactosa a través de su dieta. Por eso es importante introducir la lactosa de forma gradual. Al principio el bebé sólo puede digerir el calostro (agua rica en proteínas, sales minerales y factores inmunológicos). Después éste se va enriqueciendo con lactosa y lípidos hasta dar lugar a la leche definitiva. La leche de la madre se va haciendo más completa al ritmo de las enzimas del bebé. Es por tanto el organismo el que aumenta o disminuye las enzimas según sus necesidades, un desajuste en este proceso es el que provoca esta intolerancia infantil.
· Problemas intestinales provocados por virus, bacterias o parásitos.
· Celiaquía (enteropatía inducida por el gluten)
· Enfermedades intestinales
· Intolerancia a las proteínas de la leche de vaca
· Malnutrición ligada a una diarrea prolongada
· Operaciones quirúrgicas del intestino delgado
· La toma de ciertos antibióticos
· Situaciones de malnutrición (anorexia o bulimia)
Esta es una forma muy rara de intolerancia, provocada por un defecto congénito o genético. Se han detectado muy pocos casos en el mundo, la mayoría de ellos en Finlandia. Es imprescindible prescribir una dieta sin lactosa al lactante para evitar lesiones y complicaciones graves en su desarrollo.
Dado que existe una relación con el hábito de tomar leche, aquellos países en los que tradicionalmente la leche forma parte de la dieta presentan menos casos de intolerancia a la lactosa.
Dependiendo del nivel de intolerancia, cada persona tolerará una cantidad más o menos alta de lactosa al día. Hay personas que permanecen de forma asintomática toda su vida sino sobrepasan una determinada cantidad de lactosa al día. Así nos encontraremos con personas que toleran perfectamente los quesos (que contienen si son curados muy poca lactosa) o los yogures (dónde gracias a sus bacterias parte de la lactosa se ha convertido en ácido láctico) y en cambio presentan síntomas claros al ingerir un vaso de leche. Cada persona debe conocer cuál es su nivel de tolerancia. La sensibilidad puede también cambiar con el tiempo y con el estado general de salud.
Al paciente se le suministra una solución con lactosa (25-50g de lactosa en 200-400ml de agua) y a intervalos posteriores de tiempo de 15 minutos se le hace soplar en unas probetas de donde se recogen muestras.
Cuando los azúcares no digeridos son transportados al intestino grueso, las bacterias presentes allí lo utilizarán como alimento y crearán hidrógeno como producto de desecho. El hidrógeno es absorbido por el caudal de sangre y expedido en la respiración. El hidrógeno detectado en la respiración indica que el azúcar ha entrado en el intestino grueso no habiendo sido bien absorbido en el intestino delgado. Se debe constatar un aumento del hidrógeno en la respiración tras la ingesta de la lactosa y en base al resultado se determinará su grado de intolerancia. Esta prueba también se realiza valorando además la presencia de Metano para evitar así posibles falsos positivos.
Primero al paciente se le hace una extracción de sangre para conocer su glucemia basal.
Después, como en el test del hidrógeno, se le suministran 100 gramos de lactosa en una solución con agua. Seguidamente pasados 60 y 120 minutos se toman de nuevo muestras de sangre.
Si no se produce la liberación de la glucosa, por la ausencia de la acción de la lactasa que debería estar en el intestino, no se produce una absorción de la glucosa al torrente sanguíneo a través de la pared intestinal y por tanto no se incrementa el nivel de glucosa en la sangre y por tanto se puede decir que existe una intolerancia a la lactosa.
Se puede afirmar que existe intolerancia a la lactosa si la glucemia (nivel de glucosa en sangre) después de la toma de la lactosa no sube más de 14,4mg/dl (0,8mmol/l) respecto al valor basal
Las muestras de una biopsia del intestino delgado pueden obtenerse por EGD (esófagogastroduodenoscopia) u otra endoscopia del tracto gastrointestinal superior.
Se introduce un tubo flexible de fibra óptica (endoscopio) a través de la boca o nariz hacia el tracto gastrointestinal superior. Las muestras de tejido obtenidas durante la endoscopia son enviadas al laboratorio para ser examinadas. Se constata la presencia o no de lactasa en la mucosa intestinal.
Estudios recientes establecen que la actividad de la lactasa está asociada a la presencia de dos polimorfismos identificados en el gen MCM6. Este método consiste en extraer y amplificar el ADN de una muestra, continuando con un protocolo de hibridación en tira para así detectar la presencia de los polimorfismos C/T 13910 Y G/A 22018 en personas no intolerantes.
El resultado práctico final son una serie de bandas coloreadas sobre una tira. En función de las distintas combinaciones que se encuentren, se puede determinar si un paciente es intolerante a la lactosa o no.
Dado que la falta de leche en la dieta puede producir falta de Calcio, Vitamina D (necesaria para la absorción del Calcio), Riboflavina y proteínas, se deben consumir otros productos ricos en estas sustancias, así como las dosis diarias recomendadas de vitamina A, C, Fósforo, Magnesio y Potasio (los cuáles ayudan a la absorción del calcio).
Teresa Manzanaro
TFarmacia